La acreditación es un poderoso promotor del mejoramiento continuo y de la calidad, a la vez que fomenta una adecuada cultura organizacional a todo el personal involucrado, permite mejorar la satisfacción del usuario y obtener mejores resultados en salud, con base en la implementación de buenas prácticas de atención, seguridad del paciente, humanización del servicio y responsabilidad social, entre otros. Sin embargo, sus beneficios van más allá de esto. También mejoran el prestigio institucional, la eficiencia de las instituciones, su productividad y el aprovechamiento de los recursos disponibles. Los ejes trazadores de la acreditación, definidos en la normatividad vigente (Ministerio de Salud y Protección Social, 2014), son parte importante de este proceso, por cuanto busca incorporar en la gestión de la institución una serie de temas que, por su relevancia, deben ser abordados por todas las áreas de la organización, y deben ser implementados por todos los procesos. Por esta razón, los ejes se entienden como parte del direccionamiento estratégico y son objeto de seguimiento por parte de la Junta Directiva. Esta conceptualización sobre los ejes no es clara para todos los miembros de la organización y por ello se desconoce qué acciones deben desarrollarse para su adecuado despliegue en la misma. Por ello, se evidencio la necesidad de fortalecer las competencias del personal frente a los conceptos básicos de cada uno de los ejes, su interacción y su operativización en las labores del día a día.